Las calderas de condensación son dispositivos diseñados para calentar agua utilizando combustible de gasoil. Este tipo de caldera aprovecha la energía generada por la condensación del vapor de agua, lo que permite un importante ahorro de combustible y un rendimiento muy elevado, alcanzando hasta un 110%. Esto se logra al maximizar el uso del potencial energético del gasoil.

¿Cómo funcionan?

Las calderas de condensación calientan el agua a través de la combustión de gasoil, pero además recuperan el calor de los gases residuales, incluyendo el vapor de agua. Este vapor, al condensarse y volver a estado líquido, libera su calor latente, que es aprovechado para generar más calor. Esto marca una diferencia significativa con las calderas tradicionales, donde el vapor se expulsaba directamente por la chimenea sin ser aprovechado.

Gracias a este diseño, las calderas de condensación no solo optimizan el uso del calor generado, sino que también ofrecen un menor consumo de gasoil. Esto se traduce en un ahorro económico, una reducción en las emisiones de CO2 y NOx al ambiente, y una operación más sostenible. Además, son silenciosas y fáciles de mantener, lo que las convierte en una opción ideal para el hogar.

¿Cuál es su consumo?

El consumo de estas calderas no depende únicamente del modelo, sino también de factores externos como el aislamiento térmico del hogar, la calidad de la ventilación y el estado de las ventanas y cerramientos.

Para entender el rendimiento de una caldera de condensación, es importante conocer las siglas PCI y PCS:
• PCI (Poder Calorífico Inferior): Indica la cantidad de calor que un combustible puede generar al quemarse, excluyendo el calor del vapor de agua.
• PCS (Poder Calorífico Superior): Incluye, además, el calor obtenido por la condensación del vapor de agua, conocido como «calor latente».

Las calderas de condensación aprovechan tanto el PCI como el PCS, lo que les permite alcanzar un rendimiento del 98% del PCI únicamente, demostrando su alta eficiencia.